“Como todo sabanero me emociono cuando escucho un porro / me siento sabroso cuando me enamoro”.
En muchos escenarios y medios de comunicación se habla insistentemente del auge que ha tomando el porro como género musical. Es extenso el listado de canciones que han ayudado a este reconocimiento, que si dispusiéramos nombrarlas en este trabajo periodístico, no alcanzaríamos a incluirlas a todas. Con ello quizá ayudaríamos a darles el estatus que merecen en el escenario nacional, y lo que les corresponde como parte de nuestra idiosincrasia e identidad sociocultural.
La mayoría de ellos son porros tradicionales. Otros son más recientes, pero con el mismo reconocimiento musical.
El porro es una expresión autóctona de nuestra región Caribe. Es una mezcla de sabana, mar, rivera y montañas, fusionadas con nuestras costumbres, al unísono de una ejecución de instrumentos de viento y percusión. Ha engalanado durante nuestra historia; las tardes de toros, las noches de fandango y los bellos amaneceres de alboradas. Las alboradas, en nuestros pueblos se describen como la aurora, el alba o el suave crepúsculo matutino custodiado por las notas y acordes de una banda de viento, que recorren las calles de los pueblos en fiestas patronales.
El porro, nació en el departamento de Bolívar, antes llamado Bolívar grande, y del cual hacían parte los departamentos de Sucre y Córdoba, los más grandes impulsores de este género en los actuales momentos.
Sus orígenes se remontan a mediados del siglo pasado cuando se fusionan las melódicas notas de la gaita, el tambor africano y los instrumentos de viento, dándole un giro sustancial a las diferentes ejecuciones musicales de la época. Más tarde fue contextualizado en lo que se conoce hoy como Sucre y Córdoba. Atribuyéndose cada uno de ellos una expresión argumentada en su estructura armónica; en Sucre el porro tapao, y en Córdoba el porro palitiao.
Su difusión actual, la regrabación por grupos vallenatos, y el reconocimiento nacional, no son gratuitos. Son muchos pueblos de la costa que traslucen ese vínculo cultural que se tiene con el porro. Por ello, no es difícil encontrar bandas desde la Guajira hasta las fronteras de Córdoba y Antioquia, en pueblos como; La Jagua del Pilar, Villanueva, Urumita, Riohacha, La Paz, Becerril, Sabanalarga, Mahates, El Guamo y Pajonal. Además de las de Córdoba y Sucre, también se encuentran en San Andrés Islas y algunas partes del interior del país. Amenizan las fiestas del dieciséis de julio, hasta las fiestas patronales de estas localidades y pueblos circunvecinos.
“Todos los días aparecen nuevas bandas. Y es porque el porro es un aire musical que se puede llevar a cualquier técnica armónica. Se puede interpretar con sus partituras, y la mayoría de ellos tienen excelentes letras”, manifiesta Devaloy Acuña, autor del porro “El mantero”.
El porro, ha carecido de algunas influencias de tipo comercial que no le han permitido popularizarse como otros aires musicales nuestros, y tener la aceptación que se merece.
Por ejemplo, el posicionamiento del vallenato en los mercados discográficos, comprende a una serie de ritmos musicales como; el porro, el paseaito, el chandé, la charanga y la cumbia, entre otros, por lo cual estos aires no reciben ningún crédito. Ni en medios de comunicación —Prensa, Radio, Televisión e Internet— y mucho menos por los entendidos en la materia. Entre esas grabaciones se encuentran muchos porros que han sido difundidos como vallenato, por ser ejecutados con acordeón; “Mata ‘e caña”, y “Roberto Ruiz” grabados por los Hermanos Zuleta; “Los sabores del porro”, grabado por Iván Villazón & Saúl Lallemán; “Fiesta en corraleja” y “El toro balay” llevadas a grabación por “Beto” Zabaleta; “El arranca tetas” por Lidio García & Rubén Lanao; “El toro negro” por Marcos Díaz, y también Silvestre Dangond; “El Amor de mi sabana” y “De corazón a corazón” dos hermosos porros grabados por Peter Manjarréz.
“Hoy el porro hace parte de la moda, y como tal ahora lo están grabando casi todos los grupos importantes” sostiene con alegría el compositor Devaloy Acuña.
El folclorista Inis Amador, amplio conocedor de este género, y quien tiene un espacio en Sincelejo en Unisucre FM Stereo llamado “Fiesta Brava”, manifiesta; “Acá en la sabana nos gusta el porro interpretado por nuestras bandas, aunque lo que hacen los grupos vallenatos no nos disgusta. Te puedo decir, que la interpretación del tema “El amor de mi sabana”, grabado por Meter Manjares, es quizás, la mejor interpretación que se ha hecho con acordeón de un porro. Muchos grupos vallenatos están haciendo unas interpretaciones muy mediocres. Me da la impresión que musicalmente no tienen para donde coger y por eso acuden a grabar los porros tradicionales.
Sin embargo, estas interpretaciones con acordeón se empezaron a hacer hace varias décadas, por artistas reconocidos como Calixto Ochoa, Los Corraleros de Majagual, Lisandro Meza, William Molina, Enrique Díaz, Gilberto Torres y Rodrigo Rodríguez, entre otros. Pero es Poldo Salazar, criado por la bailadora Pola Becté, uno de los primeros acordeoneros en tocar el porro con acordeón.
Esto ha dado a lugar, a que hoy personajes como María Varilla, Arturo García, Pola Becté y Arturo Cumplido, sean tan reconocidos nacionalmente, como la vieja Sara, Carmen Díaz, Moralito, Francisco el Hombre, y tantos otros personajes del Cesar y la Guajira, mencionados en vallenatos legendarios.
El porro tuvo gran auge en la década de los sesenta y setenta. Era interpretado por grandes artistas como los maestros Clímaco Sarmiento, Lucho Bermúdez, Pello Torres, Pacho Galán, Pedro Laza y sus Pelayeros, Simón Mendoza y la Sonora Cordobesa, La Billos Caracas Boys, Juan Piña y Joe Arroyo, entre tantas orquestas que lo llevaron a grabación. Estos eran músicos completos que aportaron además de su ingenio interpretativo, su creatividad musical en canciones como “Atlántico”, “El toro miura”, “San Marcos”, “Carmen de Bolívar”, “Caprichito”, “San Fernando”, “La vaca vieja”, “Negro no te vayas”, “Majagual”, “Compadrito”, “Sal si puedes”, “Calamarí”, “El Culebro”, “El toro negro”, y “San Fernando” las cuales se pasearon por los mejores clubes de Colombia y algunos países del Caribe con arreglos orquestados.
“Fueron estas orquestas las que lograron en décadas pasadas el proceso de internacionalización del porro. Sin querer polemizar, la riqueza musical de los hoy departamentos de Atlántico, Bolívar Sucre y Córdoba, fue la primera muestra que en ese aspecto trascendió nacional e internacionalmente”, afirma Lelis Movilla, reconocido en toda la sabana por sus conocimientos en materia.
El porro fue durante años, protagonista de la mayoría de las fiestas costeñas; veinte de enero, carnavales de Barranquilla, pero sobre todo de las fiestas del once de noviembre, con temas como; “La butaca”, “El chivo mono”, “El Guarumo”, “El iguano”, “Cara e piedra”, “La carabela”, “El ratón”, “El guayabo del ayé”, “La vaca vieja”, “Buscapiés”, “El mochilero”, “El zorro”, “La pata en el suelo”, “Pie peluo” y “El barraquete”. La mayoría de estos temas, grabados por Pedro Laza y sus Pelayeros, hace más de cincuenta años.
Respecto a estos temas, en el trabajo titulado “La banda sonora de las fiestas novembrinas”, el periodista Rubén Darío Álvarez, sostiene; “Estas eran composiciones de los músicos que participaron en esa grabación o que eventualmente eran llamados por Pedro Laza para que integraran alguna de las empresas discográficas que ideaba Antonio Fuentes con “Los pelayeros”, como se le conoce cariñosamente al grupo”.
Hoy son muchos los eventos que se encargan de revalidar la fuerza musical del porro en nuestra región Caribe. Tres de ellos de gran importancia nacional; “El Encuentro Nacional de Bandas”, en Sincelejo; “El Festival del Porro Cantao”, de San Marcos, y “El Festival Nacional del Porro”, que se realiza anualmente en San Pelayo. Esto ha impulsado las grabaciones de las bandas ganadoras.
"Actualmente —afirma Inis Amador— casi todas están haciendo unas interpretaciones muy buenas y exquisitas, a pesar de estar grabando en los estudios de Sincelejo y Montería. Este auge de nuestra música se refleja también en el festival vallenato, donde los acordeoneros andan con ponchos y sombreros vueltiaos, una costumbre netamente sabanera”.
Sin embargo, el porro necesita urgentemente de dolientes y amigos que se apresuren a darle un giro a su status nacional, mediante el congreso y las instituciones del estado. Así lo hicieron representantes y senadores vallenatos y guajiros con la música de acordeón. La elevaron a la más alta categoría mediante los festivales de “La Leyenda Vallenata” y “El Cuna de Acordeones de Villanueva Guajira” declarados patrimonio cultural.
Necesita también, que los directores de emisoras y programadores, asuman el compromiso de programarlo y difundirlo con el convencimiento, de que le gusta a la gente y ayuda al fortalecimiento de su programación.
El porro, necesita además de los clásicos, que sus letras sean contextualizadas por los compositores y arreglistas. Necesita que también lleven un mensaje a la juventud enamorada, con letras como “El amor de mi sabana”, “De corazón a corazón”, “El mantero”, y “El porro sabanero”. Requiere que cada quien aprenda a degustarlo por su esencia y sabor, tal como le sucede al compositor Pablo Flórez, a quien “el porro le sabe a todo lo bueno de su región”.